La pregunta puede parecer fuera de lo común y, sin embargo, no lo es tanto como podría pensarse, dadas las múltiples facetas del personaje y su asombroso desarrollo, a primera vista, a lo largo de más de cinco décadas de vida política.
La mayoría de los que se interesan por las ideas de Jean Thiriart recuerdan principalmente el período de la década de 1960 y la fundación de Jeune Europe (Joven Europa en España), sobre todo por el desconocimiento de su posterior desarrollo. Además, tienen una visión parcial o incluso distorsionada de quién era realmente Jean Thiriart. Este artículo no tiene otra ambición que arrojar una luz lo más objetiva posible sobre lo que algunos han llamado «el profeta de la gran Europa».
Hay que admitir que el itinerario de Jean Thiriart es insólito: miembro de la Joven Guardia Socialista (extrema izquierda) en su juventud antes de incorporarse a los AGRA (Amigos del Gran Reich Alemán) y, tras la liberación, condenado.
Después de una primera travesía del desierto que duró diez años, enfermo por el abandono del Congo Belga, retomó la actividad política en lo que fue, en sus inicios, un movimiento de derecha (denominado primero como Comité para la Acción y Defensa de los Africanos Belgas y finalmente Movimiento de Acción Cívica) que terminó convirtiéndose en el movimiento Joven Europa, profundizando y estructurando un pensa-miento europeo a través de la revista La Nación Europea.
Tras una nueva travesía del desierto en los años 70, Jean Thiriart vuelve a atraparse por el virus político pero esta vez no como líder de un movimiento puesto que ya no quiere ser el sustituto paterno de adolescentes románticos. Quiere dejar su huella en la historia a través de una obra de construcción doctrinal y, desde este punto de vista, sus escritos de los años 80, aunque puedan llegar a desanimar al militante radical, son los más interesantes, los más exitosos. En particular, nos referimos a La gran nación: Europa unida de Brest a Bucarest, obra en la que pide un caudillo: «Un nuevo Filipo de Macedonia, un nuevo Stalin, esto es lo que se necesitará para dar a luz una Europa unitaria», tomando como referencia a Alexander. Thiriart, el antiguo miembro del AGRA, ve en Stalin a un estadista donde Hitler es solo un jacobino alemán cuyo racismo primario y estrecho le hizo perder la oportunidad de crear un imperio europeo.
Jean Thiriart se ubica así fuera de las ideologías, de las divisiones, de las pasiones. Donde la política es a menudo una cuestión de emociones, se sitúa en el campo de lo racional, muy influenciado por autores como Vilfredo Pareto, Maquiavelo, Raymond Aron, Jules Monnerot o Julien Freund. Desde su juventud y su cultura familiar paterna, se ha mantenido como un materialista ateo, influenciado por el barón Holbach pero también por Marx, cuyos estudios sociológicos aprecia. No debe olvidarse que, poco antes de su fallecimiento, Jean Thiriart planeó escribir La mutación del comunismo: Ensayo sobre el totalitarismo ilustrado. Ese libro no verá la luz pero da una idea precisa de la evolución de su pensamiento al final de su vida. No malinterpretaremos el término comunismo. Más que de comunismo, se trata en cierto modo un gran nacional-bolchevismo europeo, un comunismo inteligente, un comunismo prusianizado, un comunismo demarcado, un comunismo. Espartano o, incluso, comunismo elitista o efectivo. Es fácil ver que Jean Thiriart, que ya no busca el aplauso, ya no quiere ser cautivo de una clientela de militantes, se expresa sin maquillajes con el riesgo asumido de escandalizar a los (demasiados) incapaces de cuestionarse, a aquellos que permanecen encerrados en su cajón ideológico.
En privado, a Jean Thiriart le gustaba decir que, en el fondo, era un liberal autoritario, lo que, en mi opinión, se corresponde fundamentalmente más a lo que era, siempre y cuando no se entienda liberal en el sentido del liberalismo actual como, por ejemplo, el liberalismo social en cuestiones de moral.
Leer y comprender a Jean Thiriart es deshacerse de los patrones desgastados y tener una visión de futuro, libre y en el largo plazo, de ahí su interés fundamental por la geopolítica. Es esta visión geopolítica (más que una reacción sentimental) la que llevó a defender la Argelia francesa o, más exactamente, como él decía, la Argelia europea porque Europa se defiende en Argel (las fronteras de Europa pasan por Argel y Ciudad del Cabo), de ahí su apoyo activo a los partidarios de la OAS.
La evolución de las relaciones internacionales en los últimos treinta años con una Europa ridícula y desaliñada, liderada por personajes sin estatura, nos muestra que los análisis de Jean Thiriart siguen siendo actuales. Prueba de ello es que un ensayista de la Nueva Derecha clamó en una reciente entrevista contra la Unión Europea y contra los soberanista. Fue un buen análisis pero no referenció a su autor puesto que Jean Thiriart ya lo advirtió hace más cuatro décadas.