Las recientes declaraciones al Financial Times del teniente general James Bierman, máximo responsable de la Infantería de Marina estadounidense en Japón, aportaron claridad.
Siguiendo el modelo de la preparación militar de Ucrania para un futuro enfrentamiento con Rusia después de 2014, el ejército estadounidense y sus aliados preparaban ahora «el teatro» de la guerra con China. «¿Por qué hemos logrado el nivel de éxito que tenemos en Ucrania? Gran parte de ello tiene que ver con el hecho de que, tras la agresión rusa de 2014 y 2015 (anexión de Crimea), nos pusimos serios a la hora de prepararnos para un futuro conflicto: formación de los ucranianos, preposicionamiento de equipos, identificación de emplazamientos desde los que podríamos operar, operaciones de apoyo. Lo llamamos teatro. Y estamos preparando el teatro de operaciones en Japón, en Filipinas y en otros lugares», afirmó el teniente general.
Estas declaraciones fueron seguidas pocos días después, el 13 de enero, por una visita a Washington del primer ministro japonés, Fumio Kishida, en un momento en que su país, al igual que Alemania, estaba dando un importante giro ideológico al abandonar su postura pacifista heredada del final de la Segunda Guerra Mundial. El pasado diciembre, Japón anunció su decisión de revisar su estrategia de seguridad nacional de «defensa defensiva« (con un ejército configurado únicamente para la autodefensa), no sólo duplicando su gasto militar, sino también desarrollando capacidades de «contraataque», es decir, de proyección ofensiva hacia el exterior.
Un cambio radical alentado por los estadounidenses, que necesitan reforzar sus alianzas ante los retos que plantea una pareja chino-rusa decidida a poner fin al mundo unipolar surgido al final de la Guerra Fría. «Estamos modernizando nuestra alianza militar aprovechando el aumento histórico del gasto en defensa de Japón y su nueva estrategia de seguridad nacional», declaró Biden durante su reunión con el líder japonés. La perspectiva de un futuro enfrentamiento con China está llevando a los estadounidenses a acelerar no sólo el fortalecimiento, sino también la unión de sus asociaciones transatlánticas y transpacíficas. Como señaló el New York Times el 13 de enero, las conversaciones entre el primer ministro japonés y el presidente estadounidense no se limitaron a la zona asiática, sino que también se centraron en la inestabilidad de Europa y la guerra de Ucrania. «Nos oponemos firmemente a cualquier intento unilateral de cambiar el statu quo por la fuerza o la coerción en cualquier parte del mundo», declararon.
Un statu quo unipolar desafiado por las llamadas potencias «revisionistas» cuyas ambiciones deben ser contenidas. Mientras rusos y chinos se unen a otros para desafiar el actual orden mundial, los estadounidenses no se quedan quietos para movilizar a sus aliados del Atlántico al Pacífico. El embajador estadounidense en Japón, Rahm Emanuel, citado por el Washington Post, habló recientemente de los esfuerzos realizados por estadounidenses y japoneses para «reducir la distancia entre el Atlántico y el Indo-Pacífico en una única esfera estratégica».
Desde esta perspectiva debemos entender la presencia, por primera vez, de países de la zona Indo-Pacífica en una cumbre de la OTAN celebrada el pasado mes de junio en Madrid. Japón, pero también Australia, Nueva Zelanda y la República de Corea fueron invitados. En la cumbre se presentó un «nuevo concepto estratégico» para la OTAN, que contenía un cambio importante al mencionar por primera vez a China y presentarla como una amenaza directa para la seguridad de la Alianza: «La República Popular China persigue ambiciones y políticas coercitivas contrarias a nuestros intereses, seguridad y valores».
Bajo la influencia estadounidense, la Alianza ha evolucionado así progresivamente de un enfoque euroatlántico defensivo a una lógica de proyección fuera de su zona geográfica inicial en nombre de la «seguridad internacional» (Cumbre de Lisboa, noviembre de 2010). La aceleración del acoplamiento de la Unión Europea a la OTAN es un último aspecto de la reorganización en curso y de los esfuerzos de Estados Unidos por alinear a sus aliados con su agenda estratégica. La reciente declaración conjunta Unión Europea-OTAN del 10 de enero anunciaba un refuerzo de la actual asociación y apuntaba directamente a China: «Nuestra era está marcada por la intensificación de la competencia estratégica. El envalentonamiento y las políticas de China están creando retos a los que debemos responder».
Para quienes se pregunten por la posición de Francia en medio de esta gigantesca partida de ajedrez geopolítico, recordemos las palabras del Jefe del Estado Mayor de la Marina francesa, almirante Vandier, en julio de 2022, ante la Comisión de Defensa de la Asamblea Nacional: «Debemos preparar la capacidad de luchar juntos. Contra la Armada china, ganaremos si luchamos juntos, en coalición. La guerra, por tanto, una guerra global, que parte del principio de que los intereses estadounidenses se funden con los de Europa y Francia».
Fuente: Boulevard Voltaire
Frédéric Lassez es cronista en Boulevard Voltaire. Doctor en filosofía y derecho, es jurista en el ámbito del derecho privado.