Europa se encuentra sometida a una dictadura tecnocrática y socialista, pero también a una dictadura de manipuladores de símbolos (Robert Reich) que utilizan los ordenadores para reordenar el mundo de forma muy parecida a como se utilizaba antaño la teología. Veamos qué inspirador puede explicarnos este proyecto.
Le conocí en 1984-1985, cuando yo descubría felizmente estos temas. De forma curiosa, este escritor, colaborador, extremista (como todos los viejos socialistas) durante la guerra, marginal, impregnado de esoterismo, sexualismo, socialismo, europeísmo y «comunismo sacerdotal», antiguo tutor del hijo de Mitterrand y tahúr de las hijas de Madame Claude (no lo nieguen, las he visto) en su estudio de la rue des Bauches (sic) frente al cementerio de Passy, ha excitado mis recuerdos recientemente; Porque, al igual que su discípulo y amigo Parvulesco, Abellio (alias Georges Soulès) era un alegre defensor de las frases largas, de las novelas del octavo día (yo escribía algunas en aquella época…), de las grandes construcciones, de la metapolítica europea y de la neogran síntesis hermética posguenoniana.
Ya no se habla mucho de Abellio. Él, como todos los esoteristas, ha cansado su mundo (Guénon no es, a fin de cuentas, más que un historiador del pensamiento trasnochado como Barzun; sus múltiples estados del ser espantan a todo el mundo, salvo al puñado residual de locos típico de cualquier secta). Pero entonces me topé con estas líneas de un sitio más popular que yo, y que espero traigan buenos recuerdos a algunos: «Considera, como explica en Les Militants, que la sociedad se compone de cuatro castas: en la base, los hombres de la ejecución, por encima de ellos, los hombres de la gestión, los tecnócratas, luego los hombres del poder y, en la cima, los hombres del Conocimiento, estos últimos aún no pudiendo existir en la sociedad actual. Si el Conocimiento es el objetivo de su búsqueda, no puede resistirse a la fascinación del poder, como su personaje Pirenne, dispuesto a todo para obtenerlo. Fuertemente influido por Nietzsche, quiere ver el advenimiento de un hombre nuevo forjado por esta voluntad de poder».
Les dejo que relean y disfruten. No en vano se resucita la palabra «casta», ni en vano se sitúa a la India por encima de China, aliada de los anglosajones y maníaca guardiana del secreto de las castas. Lean mis textos sobre Alain Daniélou, a quien conocí demasiado brevemente en la misma época.
Continuemos. El modelo nacionalsocialista vuelve a ponerse de moda en un contexto de hundimiento demográfico y de mestizaje generalizado (pero es lógico: en Mein Kampf Hitler ya está convencido de ambas cosas, como Gobineau). Es germano-europeo, autoritario-burocrático, rabiosamente rusófobo, y quiere fundar a hierro y fuego (bueno, en la medida de sus envejecidas capacidades) un orden europeo que prescinda de Twitter…
Abellio es socialista hasta la médula, como nuestras actuales élites globalistas (véase mi texto sobre Trotsky y este problema). Y rechaza el marxismo: «En los años treinta, cuando apenas tenía más de veinte años, había creído poder realizar esta voluntad de poder en la militancia socialista. Su profunda decepción fue el reconocimiento de un error inicial. En el primer volumen de sus memorias, Les Militants, un violento ataque al marxismo, Abellio denunció este error y profetizó el inevitable hundimiento del marxismo. Como el marxismo se mostró incapaz de realizar sus sueños, en particular el de un socialismo europeo, que expuso en Asunción de Europa< (1954), se orientó hacia el nacionalsocialismo, con el que quería ver nacer una Europa ideal que emergería de la guerra como una bendición de los dioses".
Pero en 1942 se dio cuenta de su ceguera: «Las posiciones abstractas que había adoptado en el Oflag dos años antes sobre la construcción socialista de Europa, y en las que aún vivía en el momento del ataque alemán a Rusia, me habían hecho creer que mi primer fracaso podía superarse. Me vi obligado a admitir que no habían resistido la prueba del tiempo. Durante los dos últimos años, había buscado a los socialistas alemanes y no los había encontrado, y las redadas de judíos planteaban ahora una cuestión fundamental sobre el significado del nazismo que era imposible evitar».
Para Abellio, al final de su vida, la voluntad de poder, el humo y los espejos fatales de G. Soulès, sólo tenía un significado místico. Para Abellio, al final de su vida, la voluntad de poder sólo tenía un significado místico. Fue porque creyó ver en el socialismo europeo preconizado por el nazismo los fundamentos de esta «alma universal» por lo que Soulès cayó en el error y el extravío que, por desgracia, todavía hoy oscurecen la riqueza del pensamiento de Abellio y la perfección de su escritura.
Me parece claro que detrás del galimatías del maestro y de su ocultismo sintético, quedan las intuiciones: Europa, el esoterismo, las castas, la visión dantesca y el fanatismo burocrático y sinárquico del que este pequeño maestro era una manifestación.
Nota: Cortesía de Euro-Synergies
Nicolas Bonnal es ensayista y escritor.